sábado, septiembre 16, 2006

Soy un jugo Baggio y cuento lo que veo


Me tengo que alejar del fuego, cuando lo tengo cerca siento miedo, siempre las llamas saltan alrededor de las fogatas y los terceros como yo somos los más afectados.
La noche llegó automáticamente, recuerdo haber visto el sol asomado sobre la delgada línea del mar, amarillo con ligeras ondas naranjas, fue hermoso. En la ciudad jamás habría visto un atardecer así, de igual forma estoy conciente que nací en una gran selva de cemento.
Fue un viaje largo no puede llevar la cuenta de las horas pero me gusta la temperatura de este lugar. Todos están frenéticos, bailan, beben y cantan alrededor del fuego. No lo entiendo, nunca había visto algo parecido. Noche, arena, sal, agua y personas festejando. Increíble. Y pensar que pude terminar en el tacho de Callao y Santa Fe. Pero no. Estoy acá, admirando cómo el fuego tiñe el cielo y el mar.
Ahora sí me termine, ya no queda nada de jugo dentro de mí. No importa. Este puesto es de primera fila, a mi lado se encuentran un par de sandalias, dos toallas y la fogata. Me acomodo rápido porque me gusta mucho lo que estoy viendo.
Dos figuras, finas, hermosas, femeninas, exactamente al frente mío. Con la luz brillante y el contraste del fondo oscuro distingo perfectamente las dos formas que se tocan con ternura. La marioneta de la izquierda domina la situación, recorre la piel de su amante con la yema de los dedos, incorpora su boca, sus labios, su lengua y por ultimo su cabeza.
¿Dónde fue? ahora solo hay un cuerpo sentado, erguido, que poco a poco tiembla y cede. Sin previo aviso vuelve a aparecer la marioneta ¿estaría escondida en el fondo de la arena? Quisiera acercarme y ver mejor. La silueta de la derecha domina ahora, besa, toca y desliza suavemente la tira de la malla con el objetivo de sacarla. Estorba, estoy seguro que le estorba. Con la punta de los dedos acaricia la entre pierna y su novia, se estremece. Sí, se estremece y accede.
Ya no escucho los gritos ni la música de la función, por el momento se fue todo el ruido de la fiesta. Ahora solo siento unas pequeñas respiraciones. De vez en cuando se escapa un gemido delgado y delicado. Por un momento de distracción deje de distinguir mis bellas figuras ¿dónde están? el sonido es lo unico que persivo.
Sé que están allí, tocándose y amándose porque oigo sus gemidos me levanto con impetu solo guiado por mis oidos. Las encontre mis marionetas ahora sí muero aquí.

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