viernes, diciembre 12, 2008

El despertar de mañanas en la India o en carpas de circo.


Vasily Kandinsky. Moscú I. 1916

Cuando me despierto a las mañanas comienzo con energía y entusiasmo, a algunos les cuesta arrancar a las mañanas, pero yo tengo algo muy pequeñito dentro de mí que me dice: levántate que tienes hambre.
Hace un buen par de noches e estado acompañada en mis mañanas, algunas veces viajo a la India u otras veces me transporto al circo debajo de su enorme carpa. Suena delirante verdad, y lo es, muy raro esto de viajar a las mañanas. Cada día es impredecible y distinto, nunca pueden ser iguales porque son días distintos. Creo que tiene que ver que cada día es un color distinto, a veces el día puede ser amarillo limón y a la tarde cambiar a verde talo con un poco de azul ultramar, yo soy fanática de los amarillos en todas sus gamas y me entrego a la luz del color sin miedo alguno, aunque siento pánico muchas veces por los ocres y marrones, por momentos el carmín me asusta por su fuerza y pasión pero después lo veo con amor y pienso: eres tan majestuoso rojo carmín que es imposible no mirarte y sentirte.

Nunca les paso, mientras hacían el amor, se les tiño el momento de algún color en particular. A mi me pasa, ahora. No siempre lo experimenté, para ser más precisa nunca lo experimente hasta ahora, hago el amor con mi amor y siento un talo, pero no pasa siempre, a veces es amarillo cadmio con un poco de blanco y otras veces, viene el carmín con gotas de bermellón. Aun no leí Lo espiritual en el arte de Kandinsky, pero se muy bien su delirio por el color y sus emociones. Sólo hay que sentirlo, no tratar de entenderlo porque sino, entenderíamos aun menos.