sábado, septiembre 23, 2006

Casa de Valeria – 11:00 p.m.

Valeria: ¿Cómo estas?
Isabel: Ansiosa y con hambre.
Valeria: ¡Trajiste vino y una película! Que detalle.
Isabel: La película es de Darío Argento. Te va a gustar, es de miedo.
Valeria: Cocine, pollo al vino bañado con chocolate amargo.
Isabel: Nunca lo he comido. Se ve delicioso.
¿Necesitas ayuda? Puedo arreglar la mesa.
Valeria: No. Eres mi invitada y tengo el deber de atenderte.
Isabel: Por lo menos déjame abrir la botella de vino y darte una copa. ¿Dónde está el saca-corchos?
Valeria: A tu izquierda. Exacto, allí.
Tu cabello esta más oscuro, me gusta. Te hace ver más grande. Para los que no te conocen dirían que eres toda una adulta.
Isabel: (sonríe) Necesitaba un cambio, para algunas cosas soy muy cobarde pero con mi apariencia soy más osada.
Valeria: ¿Por qué dices que eres cobarde?
Isabel: Durante dos meses delibere en llamarte ó no y finalmente el lunes me decidí y te llame.
Valeria: ¿Fue muy difícil?
Isabel: Un poco. Nunca pido consejos y eso complica mi toma de decisiones. Pero en este caso, creo que el universo conspiró y me convenció.
Valeria: ¿El universo ó una persona?
Isabel: El universo, estoy segura.
Valeria: ¿Comemos?
Isabel: Claro. Se siente un aroma exquisito.
Valeria: ¿Te gusta?
Isabel: Mucho, siento como el chocolate se derrite en mi lengua.
Valeria: El vino que trajiste es delicioso. Malbec, mi favorito. ¿Cómo sabias?
Isabel: En realidad es mi favorito, también.
Valeria: ¿Ponemos la película?
Isabel: Claro. ¿Recuerdas la película anterior?
Valeria: La verdad no, habían cosas más interesantes que hacer. Solo recuerdo la banda sonora.
Isabel: (sonríe) No era una película, era un concierto, de Moloko. Por eso solo recuerdas la banda sonora.
Valeria: Cierto. Te prometo no distraerme.
Isabel: ¿Te sirvo más vino?
Valeria: Sí
Isabel: Hoy estas hermosa y esa camisa de primavera, te queda muy bien.
Valeria: ¿Si? Mira que los colores claros me hacen ver más gorda.
Isabel: ¡Gorda! Por favor Valeria. Si por mi fuera te diría lo hermosa que eres todos los días.
Valeria: (sonríe)
Isabel: (toma de la cintrua a Valeria)


Valeria: No quieres esperar a que maten a la primera victima de la película… Supongo que no… Isabel… Isabel… No…
Que suave estas y ese olor a cerezas.
Isabel: Si, una loción nueva. ¿Te gusta?
Valeria: Déjame sentirla.
Isabel: ¿La sientes? … ¿Quieres más?
Valeria: ¡Te quiero a vos!
Isabel: Cuéntame algo… una historia.
Valeria: ¿Qué te cuente algo? No puedo concentrarme. Detente un rato…
Isabel: Narrame una historia. La que quieras.
Valeria: ¿Una historia? … ¿La qué yo quiera? Pero si sigues tocandome, se me hace muy difícil concentrarme.
Isabel: Por favor, solo narra.

Valeria: “En el norte de China un príncipe debía casarse y organizo un concurso donde las mujeres más bellas del reino participarían para ser la nueva emperatriz.
Una empleada del palacio, siempre guardo un profundo amor por el príncipe. Y decide participar estándo conciente de que las posibilidades de ganar serían muy remotas.
Ella no aspiraba ganar, solo deseaba ver a su emperador de cerca. La noche del concurso la joven entro al palacio y vio a las mujeres más bellas, con los más hermosos vestidos y las más lujosas joyas.
El príncipe repartió una semilla a cada una y dijo: vallan y cultívenla, en seis meses regresen y la flor más hermosa será mi esposa.
El tiempo pasó y la dulce joven cultivo con mucha paciencia y ternura la semilla. Pasaron tres meses y nada brotaba. Día tras día veía más lejos su sueño pero su amor era más profundo.
Al terminar los seis meses nada creció. Conciente del resultado fue al palacio para entregar su semilla y ver a su amor por última vez. Todas las bellas pretendientes tenían una flor, una más linda que la otra. El príncipe observo a cada una de las candidatas con mucho cuidado. Después de examinar todo, anuncio su resultado. La bella joven con el vaso vació sería su futura esposa.
El asombro cautivo la sala. El emperador explicó: Ella fue la única que cultivo la flor que le hizo digna de convertirse en mi emperatriz. Todas las semillas que entregue eran estériles.”

Isabel: Valeria, eres mi musa.

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