Me gusta un niño mucho más chico que yo. ¿Qué hago?

El día de ayer, pude platicar de salchichas voladoras y vacas rosadas, y para mi sorpresa, el cielo de él es naranja, como ese naranja del ocaso, ese naranja que se mezcla con rosa pero no siempre, solo de vez en cuando. Y pienso que todo radica en los secretos, wao, como salto de un tema a otro sin darme cuenta. Si. Los secretos, en estos momentos tengo tres secretos pero solo uno más fuerte que los otros.
En conclusión seria un secreto anónimo, pero creo que no debo explicar lo anónimo. Creo que la persona en cuestión puede estar en contacto con estas líneas mediocres. Y sí, con los tema de la vanidad y la lujuria mi blog a llegado a muchos lados, lo cual, me gusta. ¿No sé por qué me gusta? pero, me gusta.

Desde hace unos días, me ha costado fluir con la escritura, últimamente estoy muy grafica, casi todo lo que me pasa lo plasmo en dibujitos tontos de ilustrador y bueno, es una de mis virtudes, ser grafica, aunque me hubiera gustado tener el don de la voz, hubiera sido divertido poder imitar a mis cantantes favoritos. Pero solo me queda hacer canciones desafinadas en la bañera, porque es el único lugar donde solo me escucha Nikita. Lo que quiere decir, me acompaña mucho. Mi Nikita, muchos dicen que soy una loca obsesiva de Nikita, la nombro en todo momento y es dueña de muchos titulares de este blog. Mi Nikita, y pensar que le estoy dedicando un proyecto todo a ella.
Desde ayer Jony y Jony me están contabilizando los “Nikita” que digo en mi diario hablar, y mientras pasaba la clase, Jony contabilizo casi once. UFF. Once, “Nikitas”. Pero creo que no me voy a cohibir por decir “Nikita”. Creo que Nikita es parte de mi, sino la tuviera estaría más loca de lo normal y eso seria peligroso para los jugos de mi cabeza.

Nikita, Nikita, Nikita, Nikita, Nikita, Nikita, Nikita, Nikita, Nikita, Nikita y Nikita.