jueves, noviembre 16, 2006

Karina

C: Hoy estoy un poco mejor
D: ¿Acabaste con todo lo que debías entregar?
C: No, solo me relaje un poco, P nos invito a cenar
D: ¡Que detalle! ¿Dónde fueron?
C: No recuerdo, uno de esos bares un poco oscuros y de buena cerveza.
D: ¿La pasaste bien?
C: Si, fue ella.
D: ¿Y?
C: ¡Y! Me derretí totalmente, con ganas de gritar millones de frases.
D: ¿Crees que ella le pase algo similar?
C: Mira, sinceramente no estoy segura, mi cabeza me dice que no, pero mi intuición me dice que le encanta aunque se lo niegue todo el tiempo. Tu sabes como es, con un par de tragos comienza a decir lo que en realidad quiere y la ultima vez que estuvimos “juntas” me confeso quiero hacer el amor otra vez.
D: ¿Paso algo?
C: …
D: ¡Dime, no me guardes secretos!
C: Si guardo silencio y no te comento igualmente lo deducirías ¿verdad?, por esa razón voy a decirte, no me queda otra alternativa.
Tu ya sabes de mis juguetes; yo le comente a M sobre un rosario hermoso de bolas negras, ella me pregunto más sobre el uso y después de dos cervezas se olvido que P seguía a nuestro lado, me comentaba lo delicioso que era usarlas simultáneamente. Te podrás imaginar cuando yo escuche ese comentario me dije: - hoy, me la llevo conmigo.
La conversación yo la retome, le comente sobre mi amigo doble, del que te hable la vez anterior: rosado y flexible, eran mis palabras para describirlo e innovador la sensación de belleza que produce. Rizas y miradas cruzaron por toda la mesa, a final P propuso caminar y yo quería irme sola como ella, en su mirada sentía lo mismo pero su ego le impedía decirlo. En el camino la conversación retomo el tema sexual, telos, sillas, hamacas, etc. Ahora estoy segura que los telos vienen temáticos, también.
Yo me propuse jugarme todo o nada, hable, dije que necesitaba buscar un cajero para sacar efectivo y M noto mi señal, me tomo la palabra y automáticamente comento: - Yo tengo la reunión de Julián, ¿quién toma el sesenta y cinto?
Yo con un ademán de felicidad le dije que con gusto la acompañaba. Fue rápida la despedida P quedo desconcertada y no tubo tiempo de reaccionar. M y yo nos subimos al colectivo, una vez en el mismo y a solas le dije que la quería ya, en ese momento, mis manos jugaron y ella no se opuso y al llegar a mi apartamento no pudimos controlarnos más.

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