sábado, octubre 14, 2006

Ya no es mi secreto


-Café, nicotina y humo es lo que veo en la mañana. Maldito trabajo, lo odio. Podría poner bombas en todos los pisos y ver desde lejos como mueren.
¡No! este dolor otra vez en mi cabeza, silencio no me hables más. Nadie me quiere matar, no me desprecian. Tengo que salir, son las ocho y quince de la mañana, otro día tarde.

La calle esta igual, el puesto de revistas, las facturas calientes, la fila del colectivo.
Pero hoy no, hoy mejor tomo sub-t. Si, puedo ver caras, caras que nunca me han visto, caras que no me conocen, caras que no me odian.
¡Cállate! no le repugno a todos, me dices eso para que me enoje. Perverso.
Línea B, Carlos Peregrini. No tengo boleto y hay cola, que detestable veinte personas sin entrada. Dejen de verme, no tengo nada, dejen de hablar, ese murmullo me agobia. La vieja de rojo me mira ¿qué hago?, miro para otro lado. ¡Vieja idiota, ocúpate de tu vida, maldita puta frígida, yo no estoy loco!
¡SILENCIO!


¡No! este dolor en mi cabeza otra vez. No me hables más, nadie me quiere matar, no todos me odian. Tengo que salir, son las ocho y quince de la mañana, otro día tarde.

La calle igual, el puesto de revistas, las facturas calientes, el colectivo, sub-t, Carlos Peregrini. ¡Alto! hoy no uso la línea B, hay mucha gente y no las quiero matar, deja de pedírmelo, te odio.
Colectivo setenta y uno, no hay personas que extraño, siempre tiene mucha gente. Hoy es mi día de suerte.
Ochenta por favor.
El ultimo puesto, perfecto todo para mí. Detente, deja de susurrarme ideas al odio. No te quiero escuchar, demonio.
Sube una niña con su madre, que hermosa mujer, cabellos negros, ojos azules y cuerpo de diosa. ¿Piensas qué ella me desea? ¿cómo lo sabes? tu no la conoces, pretendes adivinar lo que ella quiere, pero no lo sabes. Me mira, me sonríe ¿ella quiere que la bese? No, mentira deja de engañarme.
Sube un policía, tiene un arma, me ve ¿por qué? no he hecho nada. ¡Deja de observarme miserable. Todos me vigilan, todos me odian, tengo que matarlos, mueran!



¡No! este dolor de cabeza, detente no me hables más. Nadie me quiere matar, no todos me odian. Tengo que salir son las ocho y quince de la mañana, otro día tarde.

La calle siempre igual, el puesto de revistas, las facturas calientes, la cola del colectivo, sub-t, Carlos Peregrini. No, ninguno me sirve, tomare un taxi.
Corrientes y Puerredon.
Me gusta el taxi. A mi lado pasan todos los colectivos, las personas caminan en la vereda, compran en el kiosco y nadie me nota, nadie me odia.
¡Cállate! el taxista no me odia. No me está viendo, está manejando. Él no lo sabe, no lo sabe nadie, yo nunca lo he dicho. No, ese dolor en mi cabeza, detenlo por favor has que se termine. ¡PARA!

Quince pesos, quédese con el cambio, señor. Estoy tarde, nueve y quince de la mañana. Ya llegaron, todos trabajan, maldigo este trabajo, es horrible. Malévola corporación, cada uno deben morir, hay que eliminarlos y este es el momento perfecto para hacerlo.

¡Todos al piso, todos! Hoy es el principio de algo mejor, yo soy su salvador y hoy los voy a sacar de esta agonía. Morir y ser felices.

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