Te miro miles de veces y no veo, sacudí mi sien pensando. Pero tú, hombre de la caja sólo lastimas mis vibras plateadas. Ayer te dije que quería ver tus ojos, no entendiste y tocaste mis manos por debajo de la mesa. OH, hombre de la caja, que me asustas con tus grandes manos.
Visión sublime de un sueño dorado que espera por vos. Y cuando las fantasías me inundan mis labios se humedecen de fervor. OH, hombre de la caja, tan inexperto e interesante resultaste ser. Ahora no puedo distinguir entre cinco años o cinco días.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario