Hay un refrán que dice: lo que rápido viene, rápido se va.

Hace unos días reflexionaba sobres las cosas insólitas y coincidencias de la vida, ahora me he dado cuenta que las cosas insólitas existen pero no de la forma que yo pensaba. Lo que creía insólito fue solo un capricho, uno de esos caprichos insólitos de la vida.

Esta semana él capricho fui yo, llego tan rápido y fácil que no lo podía creer. Es lindo ser un capricho, claro mientras dure. Cuando se termina él capricho para la persona encaprichada, siempre algo pasa. Cosas buenas ó cosas malas. Pero las cosas malas son buenas (algunas veces, no siempre). Yo comento mis cosas, sean buenas ó sean malas y son pocos los que entienden. Él encaprichado me decía: tenés un mambo muy grande, y yo me preguntaba ¿mambo, será un baile ó algo que se come con pan y sal? No, es locura; mambo igual locura (en Argentina) y no me sorprendí, y sí tengo un mambo muy grande. Aunque dicen en los psiquiátricos que la locura es relativa, no todos los locos son locos y no todos los “no” locos, no están locos. Complicado, verdad.

Yo clínicamente estoy loca, tengo un gran expediente psiquiátrico y dos psiquiatras experimentadas para respaldarlo, pero, seré loca totalmente ó solo para los estándares del hospital. Las personas que me conocen no saben la historia y al conocerme y buscar sinceridad en mí, siempre me muestro transparente y la narro (casi toda). Ya es la segunda vez que me pasa, cuento un poco mi vida y surge un efecto inmediato.
Un día de estos la voy a escribir y darla a muchas personas para que la lean sin dar nombres a ver que efecto tiene. Como un experimento macabro pero solo conmigo.
Y para terminar, ahora que escribo, reflexiono (nuevamente) que ser loca me gusta, ser distinta y complicada, le da color a mi vida, no será perfecta pero es mía. En conclusión “estoy loca”.