Sabor agrio en mi boca, hoy probé cosas no deseadas por ser prisionera de mis caprichos. Mi cuerpo rechaza la vida y la escupe poco a poco por las esquinas. Muerte a mi estomago. Muerte a mi.
Algo impulsó mis dedos, se manejaron con mente propia y tocaron las teclas correctas: "Qué almorzaste hoy" la pregunta fue graciosa, con el único fin de cuestionar algo que nadie se cuestiona.
La espera fue un día y medio, casi dos. Camine sobre escarchas blancas y use trapos de princesa, mi maquillaje fue provocador y mis labios rojo carmín. Para cuando las mariposas se apoyaron sobre mi esófago yo llegaba a mi destino en la jungla de cemento.
Él propuso viajar al mar, teníamos que pescar la cena para poder jugar con los granos de la arena. Pero en medio del viaje tuve que frenarme y mirarlo a los ojos; los vi tantas veces pero de forma efímera, y en ese momento parecía la primera vez. Mientras me distraía con sus ojos negros y profundos mis trapos de princesa desaparecieron, no supe como reaccionar, al principio las mariposas se alborotaron más de lo normal, y poco a poco calmaron su vuelo y bebieron el néctar de las abejas porteñas. Delicioso y exquisito néctar, suave y dulce.
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Las mariposas no quisieron mas néctar y me sorprendieron en medio de la noche, se rebelaron pidiendo salir, ya no querían mi cuerpo como santuario. Por unos minutos no fui yo, lo deje a él y morí una y otra vez. Muerte a mis mariposas con néctar celestial. Luche duramente toda la noche, quería revivir y estar con él. Tiernamente me acaricio la cabeza y con un beso en la frente me recomendaba una respiración pausada y rítmica. Yo trate de escuchar pero la muerte de mi cuerpo fue más fuerte. Como una montaña rusa, una gigante con muchas curvas y picos: sube - baja, mal - bien, arriba - abajo, adelante - atrás. No importo, subí y baje cuantas veces quise, salté, jugué y él sólo me miro.
SHHHHHHHH, nadie puede saber nuestro secreto. Un secreto único e inesperado, uno de esos secretos que si los cuéntas las mariposas mueren y no regresan más. Algo prohibido, lindo y excitante.
¿Cómo no puedo contar este secreto que quiero que no sea secreto? ¿Cómo resistirme a la tentación?
Si quiero beber mas néctar, tengo que guardar silencio. Todos preguntan cuál es mi secreto y yo contesto con un lindo: shhhhhhhhhhhhhhh.
Te miro miles de veces y no veo, sacudí mi sien pensando. Pero tú, hombre de la caja sólo lastimas mis vibras plateadas. Ayer te dije que quería ver tus ojos, no entendiste y tocaste mis manos por debajo de la mesa. OH, hombre de la caja, que me asustas con tus grandes manos. Visión sublime de un sueño dorado que espera por vos. Y cuando las fantasías me inundan mis labios se humedecen de fervor. OH, hombre de la caja, tan inexperto e interesante resultaste ser. Ahora no puedo distinguir entre cinco años o cinco días.